jueves, 9 de febrero de 2012

LOS CORRALES DE CIEZA


Según las fuentes escritas de la época, tras el saqueo de Cieza por las tropas de Abu´l-Hasán el 6 de abril de 1477, unos 500 ciezanos, entre hombres, mujeres y niños, fueron llevados cautivos a Granada y encerrados, los más de ellos, en las temibles mazmorras conocidas como los “corrales de Cieza”. Pero, ¿cómo eran estas mazmorras y dónde se encontraban?
Son numerosas las noticias sobre cautivos en las fuentes escritas castellanas de la época de la conquista castellana de Granada durante el S.XV y XVI. Las primeras que se conocen son las del testimonio de quien podría ser un mercenario francés que asistió o participó en la entrega de la ciudad a los castellanos. Nos cuenta que fueron setecientos, hombres y mujeres, los cautivos que en ella había, y describe su liberación saliendo de la ciudad con grilletes en las manos cantando himnos y alabanzas.
Pero, ¿cual era la localización de estas mazmorras? En 1494 un austriaco llamado J. Münzer visita Granada y nos deja testimonio escrito de lo que ve; así el día 23 de octubre de este mismo año nos relata:
“Terminada la comida, de nuevo subimos a la Alhambra, en un altísimo monte, en cuya falda otra vez nos salió al paso un gran cementerio, seis veces mayor que la plaza de Nüremberg. Subiendo un buen trecho, entramos en un lugar que fue cárcel de los cristianos cautivos. En un lugar espacioso, rodeado por un muro, como la iglesia de San Lorenzo, donde hay catorce profundas cuevas, muy estrechas por la parte alta, con un solo orificio, de mucha profundidad, y cavadas en la misma roca. ”
En este texto, J. Münzer nos describe perfectamente el lugar donde se encontraban estos presos, es decir en un lugar situado más arriba de un cementerio allí existente, la famosa Maqbarat al-Sabika, que ocupaba la ladera de la colina denominada con el mismo nombre, donde se sitúa la Alhambra.
Respecto a esta descripción de J. Münzer, el arqueólogo José Ignacio Barrera Maturana en su estudio titulado “Participación de cautivos cristianos en la construcción de la muralla nazarí del Albayzín (Granada): sus graffiti”, nos dice textualmente: “Es en esta loma frente a la Sabika donse se situaban “las catorce cuevas” o mazmorras rodeadas por un muro que vio J. Múnzer, el llamado por los critianos “corral de cautivos” o “corral de Cieza”, haciendo referencia a los cautivos que las ocupaban procedentes de aquellas tierras, botín de los ataques de los granadinos en 1477”.
Otro autor, J.Antolínez de Burgos, en su obra Historia Eclesiástica de Granada, escrita en 1609-1610, nos hace una detallada descripción de esta zona que tratamos: “..y edificaron algunas torres e trechos, de donde velavan de noches a los cristianos porque no se levantasen o huyesen. Junto a estas torres y mazmorras hizieron unos portales o colgadizos, donde tenían gran cantidad de grillos, esposas y cadenas con que los aherrojavan de noche”.
El medievalista murciano Juan Torres Fontes nos sitúa las “mazmorras de Cieza” “entre las torres Bermejas y la de los Mártires”. Donde llegaron a reunirse los cautivos apresados en la incursión de 1458 con los de 1477. La ubicación de estas mazmorras fue elegida estratégicamente, ya que las torres Bermejas servían de atalayas desde donde se vigilaban a los cautivos.
Además de estas mazmorras situadas a los pies de la Alhambra existen otras dentro del propio recinto y que según varios autores estaban destinadas a albergar a prisioneros de mayor importancia por el valor de su rescate.
Ya hemos descrito el lugar donde se situaban estas mazmorras o “corrales de Cieza”, pero ¿cómo eran? A finales del S.XVI L. del Mármol Carvajal nos cuenta: “..que está en la loma de Ahabúl, cerca de la ermita de los Mártires. En esta loma se ven grandes mazmorras y muy hondas, donde antiguamente, cuando los reyes de Granada no eran tan poderosos, encerraban los vecinos su pan, por tenerlo más seguro; y después las hicieron prisión de cristianos cautivos para encerrarlos de noche, y detenerlos de dia cuando no los llevaban á trabajar”. Esta era la función original de estos grandes “silos” o mazmorras, la del aprovisionamiento de víveres. La palabra mazmorra viene del árabe andalusí matmúra y éste del árabe clásico matmũra, que significa “silo”, “cilla”o“granero”. Mohamed Meouak, en su estudio titulado “Graneros y silos en las fuentes árabes del occidente islámico medieval” nos dice: “La palabra matmũra también tiene el sentido de “escondite” porque uno de los objetivos perseguidos es proteger el grano contra el viento y el aire. Debido a las virtudes polisémicas de la lengua árabe, la voz matmũra tenía el sentido de “prisión” en donde se encarcelaba a los presos. Estos sitios, verdaderos calabozos subterráneos, y también almacenes de productos alimenticios, los encontramos en la península Ibérica islámica y la palabra pasó a ser usada en español como mazmorra”.
En 1930 L.Torres Balbás localizó una de estas mazmorras en el paseo lateral que conduce al Carmen de los Mártires y que posteriormente ya en 1986 fue redescubierta. Esta mide 5,50 m. de profundidad, 10 m. de diámetro en su fondo y 2,50 m. de abertura circular. Para tener una idea mas o menos clara de cómo era el interior de una de estas mazmorra, este mismo autor nos hace una descripción de una de ella, concretamente de una de las que se encuentran dentro de la propia Alhambra y que recordemos iban destinas a prisioneros “importantes” por lo que tendrían mas “comodidades” que las del resto de cautivos: “La disposición de las mazmorras de la Alhambra, con sus camas individuales, y sus poyos de ladrillo como almohadas, revela una cierta preocupación por la instalación nocturna de los cautivos, aunque la reducida longitud de muchas de ellas revela que tendrían que dormir encogidos”.
No todos los cautivos que fueron llevados a Granada vivieron en estas mazmorras, algunos estuvieron presos en las propias casas de los granadinos, como nos lo atestigua J. Münzer: “A veces hubo siete mil cristianos cautivos entre aquel lugar y las casas de los sarracenos en la ciudad”. Pero el mejor ejemplo es el de la mujer de Gonzalo Marín, un ciezano que fue cautivado junto con su mujer y sus hijos en 1477. Liberado condicionalmente, vendió su hacienda, con lo que pudo rescatarse a sí mismo y a sus hijos, pero no a su mujer por faltarle el dinero para ello. Su esposa se encontraba en poder de un moro llamado Naçar, vecino de Granada, que no quería entregarla por menos de 300 doblas y que según su marido debido a la mala vida que este le daba, si no conseguía su rápido rescate, su mujer se tornaría mora.
¿Cómo era la vida de estos cautivos? A diferencia de los que estaban presos en casas particulares, todas las fuentes escritas atestiguan que los cautivos que ocupaban las mazmorras, pasaban las noches en ellas pero por el día eran obligados a realizar trabajos. Al amanecer los sacaban con cuerdas y al anochecer cuando terminaban su función los descolgaban de la misma forma.

MARIANO MARTÍNEZ BÉJAR

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