lunes, 5 de marzo de 2012

EL ARCABUZ

Una de las primeras referencias que poseemos sobre un arma de fuego se halla en los “Anales de Aragón”, de Jerónimo Zurita, sobre una máquina de combate que llevaba pelotas de hierro que se lanzaban con fuego. Una crónica histórica refiere que en 1340 los moros de Algeciras lanzaban “pellas” de hierro del tamaño de una manzana y las arrojaban sobre los asediadores cristianos.

En cuanto a las armas ligeras, durante el primer cuarto del siglo XIV apareció lo que se denominaba cañón de mano, que no era más que un simple tubo de hierro pulido cerrado en un extremo. Se cargaba con pólvora y con una bola de metal y se disparaba metiendo un alambre caliente por el agujero de atrás.

Fue a mediados del siglo XV cuando apareció el arcabuz; que según se cree se inventó en la península Ibérica, como un cañón compacto para ser disparado por un solo hombre y que se podía apoyar en el hombro. Su nombre proviene de la palabra holandesa “kacken büsche”; “hackbut” (inglés), “arquebuse” (francés), “arquebugio” (italiano) y arcabuz, en español; que significa cañón de gancho. Los primeros arcabuces eran tan pesados, que necesitaban un soporte para ser disparados. La pólvora cargada detrás de la bala debía prenderse para poder efectuar el disparo. Debido a su lentitud, los arcabuceros precisaban alabarderos que los protegieran mientras recargaban sus armas.

No hay comentarios: